Nos reunimos con el técnico dental Nicola Pietrobon en su laboratorio de Zúrich. Hace años que colabora con Ivoclar. Hace unos 30 años, Nicola Pietrobon vivió muy de cerca el desarrollo de la tecnología de inyección por pura casualidad. Con esta visita, queremos saber cómo vivió él esa etapa y qué es lo que más le gusta de la tecnología de inyección hoy en día. Robert Grünenfelder, Global Head of Furnaces de Ivoclar, se lo ha preguntado.

Nicola Pietrobon es un técnico dental consumado desde 1985. Entre 1988 y 1990, el por aquel entonces joven técnico dental estaba haciendo un curso de formación más en la Universidad de Zúrich, donde conoció a un hombre muy especial, Arnold Wohlwend.

La historia de la tecnología de inyección

¿Qué hace a este hombre tan especial?

N. Pietrobon: «Arnold Wohlwend era el técnico jefe de la Universidad de Zúrich. Cuando estudiaba ahí, trataba con él a diario. Trabajaba en el desarrollo de un proceso mediante el que la cerámica sin metal líquida podía adoptar cualquier forma. Después, la cerámica se volvía a solidificar. La idea era genial y me parecía increíble la forma en que Arnold Wohlwend realizaba siempre nuevos experimentos con grandes muestras de entusiasmo y pasión por la investigación».

Muy de cerca desde el principio

Repensar las prótesis dentales era fundamental para las opciones de diseño estético. Además, cada vez se daba más importancia a que en las intervenciones se cuidara la sustancia dental dura y a elaborar restauraciones sin metal.

N. Pietrobon: «Fue un largo camino para el que hizo falta mucha paciencia. Ni siquiera existían los equipos y los aparatos de nuestro sector que podríamos haber utilizado. Por aquel entonces, Arnold Wohlwend trabajaba con inyecciones y hornos que normalmente se utilizan en otros sectores. Fueron necesarias innumerables pruebas hasta que su visión de la tecnología de inyección se hizo realidad con su primer prototipo. La sensación de poder compartir la satisfacción y la ambición interna fue y es ni más ni menos que increíble. Todavía hoy guardo un gran recuerdo».

Para poder crear un producto seguro que se pueda comercializar, se estableció contacto con un socio del sector que disponía de los conocimientos técnicos correspondientes. Ivoclar pudo proporcionar el apoyo necesario para desarrollar el producto. La tecnología de inyección avanzaba.

En 1991, esta técnica tan revolucionaria vio la luz gracias al incansable espíritu emprendedor de Arnold Wohlwend y del equipo de desarrollo de Ivoclar. Desde entonces es posible dar una forma hueca a los discos de cerámica de leucita viscosa con un horno especialmente diseñado para ello (Programat). Esta forma se consigue fundiendo cera (técnica de moldeo a la cera perdida).

Ya han pasado 30 años desde que el mercado de la tecnología de inyección alcanzó su maduración. Desde 1998, Nicola Pietrobon trabaja por cuenta propia con su socio, Reto Michel. El laboratorio, que cuenta con otro empleado más, se ha especializado en estética dental.

Un sistema muy bien pensado

N. Pietrobon: «En nuestro laboratorio nos hemos especializado en la cerámica sin metal desde el principio. La tecnología de inyección era imprescindible entonces y lo sigue siendo a día de hoy. Naturalmente, todos los sistemas tienen ventajas y desventajas. Pero es precisamente esto lo que hace también que nuestro trabajo sea tan interesante. Para cada caso de paciente debemos encontrar el enfoque adecuado. A mí siempre me ha gustado dedicarme al trabajo artesanal. Me encanta observar cada paso y conseguir un resultado concreto».

El hecho de que la tecnología de inyección siga encontrando hoy en día un lugar en el laboratorio se debe, entre otras cosas, a su gran eficacia y a los equipos cada vez más inteligentes que acompañan a la inyección.

N. Pietrobon: «Para mí, los equipos inteligentes son una ayuda cuando no interfieren en mi rutina, por ejemplo, porque no requieren mucho tiempo, pues nunca me sobra. Tienen que tener un funcionamiento fiable, quitarme trabajo y disparar una alarma en caso de emergencia. No espero más, pero tampoco menos de las soluciones inteligentes. Parándose a pensar en la serie de hornos de cocción e inyección de Programat en los últimos años, es realmente muchísimo lo que se ha conseguido. Al principio, todavía había bastantes inyecciones incorrectas y no estábamos seguros de que el resultado fuera a cumplir nuestras expectativas. Hoy en día, el proceso de inyección se da por descontado gracias a las numerosas funciones inteligentes de los equipos, a la gran eficacia de los materiales y a un proceso global bien pensado».

Las opciones para la vinculación digital confirman la garantía de futuro de la tecnología de inyección. El flujo de trabajo análogo se puede complementar de un modo sencillo con los procesos digitales, como el fresado CA/CAM o la impresión 3D.

N. Pietrobon: «Los odontólogos y las odontólogas más jóvenes dan por supuesto el trabajo digital y esperan lo mismo de nosotros. Sin embargo, creo que es importante que los técnicos y las técnicas dentales comprendamos en primer lugar nuestro trabajo artístico de forma analógica antes de seguir por la vía digital. No cabe duda de que el flujo de trabajo digital constituye un gran avance y facilita el trabajo. A pesar de todo, yo personalmente sigo de forma consciente algunos pasos analógicos aunque se puedan reproducir mediante tecnología digital. Escaneamos, fresamos e imprimimos, pero al mismo tiempo la tecnología de inyección sigue siendo muy importante para nosotros y yo sigo haciendo impresiones a mano. Estoy seguro de que el desarrollo de la tecnología de inyección nunca se detendrá. Con su vinculación al proceso de impresión, por ejemplo, la tecnología de inyección, antes muy clásica, solo ha dado un gran paso hacia el ‘mundo digital moderno’. Imitar aún mejor el diente natural es y sigue siendo la gran motivación. Aunque, para ser sinceros, hay que decir que el nivel y el rendimiento de la técnica de inyección son ya muy altos».

La tecnología de inyección de Ivoclar se ha consolidado en el mercado como la «original», y ha supuesto un hito en la historia de la odontología. El éxito que ha tenido en las últimas décadas demuestra que ya se ha instaurado en el día a día del laboratorio y que ha convencido a los técnicos dentales*.